El nivel de libido tanto en hombres como en mujeres depende de los niveles de testosterona. En los hombres la testosterona es la principal hormona sexual, y cuando disminuye, las erecciones espontáneas son menos frecuentes, lo que puede provocar una disfunción eréctil. El cortisol (hormona del estrés) favorece el depósito de grasa, y las células grasas producen estrógenos (hormonas sexuales femeninas), y en los hombres esto conduce a una disminución de la libido y una disminución de la espermatogénesis. Con el estrés crónico el tono del sistema nervioso simpático provoca espasmos del músculo liso, espasmos de la glándula prostática, es decir, pueden haber eyaculaciones dolorosas, trastornos de la micción, alteración de la viabilidad de los espermatozoides…
Además, el sentimiento constante de estrés y ansiedad conduce a un cambio en la duración del acto sexual. El desencadenante del orgasmo es producido por el sistema nervioso simpático, y cuando un hombre está en un estado tenso y estresante, a menudo puede haber eyaculación precoz. Desde un punto de vista biológico esto también tiene sentido: en una situación estresante es más seguro acortar el tiempo del acto sexual para no bajar la guardia y no perderse el ataque de un depredador.
¿Qué ocurre en las mujeres? Disminución de las hormonas sexuales, incluida la testosterona, alteración del ciclo menstrual. Debido a la ansiedad, el interés por la vida sexual disminuye, los pensamientos se centran constantemente en los problemas, a las mujeres les resulta difícil liberar su mente de los pensamientos y poder relajarse. Para el inicio del orgasmo en la mujer es importante la activación del sistema nervioso parasimpático la relajación. Los órganos genitales femeninos, a diferencia de los masculinos, están inervados no sólo por el nervio pudendo, sino también por el nervio vago, principal eslabón del sistema nervioso parasimpático. Los sexólogos dicen: “Si tu dama no llega al éxtasis durante mucho tiempo, pregúntale a ella de qué está pensando”.
El punto importante: cuando se enciende el sistema nervioso simpático, se produce un espasmo de los músculos y se altera la lubricación de la vagina. Esto provoca sensaciones dolorosas durante el acto sexual, lo que desencadena un ciclo patológico: el acto sexual no produce placer, y cada vez más desaparece el deseo de hacerlo.
Si una mujer no alcanza un orgasmo, la excitación no realizada conduce a un agravamiento del estrés, se intensifican los procesos estancados en los órganos pélvicos.
“No hay muchas emociones positivas”. ¿Por qué los antiguos practicaban el sexo no para la procreación
Hay pruebas de que el orgasmo femenino tiene un efecto curativo en el cuerpo de la mujer: reducción del riesgo de enfermedad de úlcera péptica, colecistitis crónica, enfermedad coronaria, hipertensión arterial.
Un acto sexual completo tiene un efecto antiestrés y relajante muy pronunciado. Los datos de la terapia de resonancia magnética muestran cómo cambia el estado de nuestro cerebro antes y durante el orgasmo. Antes del orgasmo hay una fase de “meseta”, en la que se produce una fuerte disminución de la actividad, y luego, durante el orgasmo, hay un fuerte aumento de la actividad en diferentes partes del cerebro.
Cuando todo está bien en el sexo, tanto emocional como fisiológicamente, se liberan neurotransmisores como la oxitocina (más en las mujeres), la dopamina (más en los hombres), las endorfinas y la serotonina. Las mujeres producen más oxitocina después del orgasmo: por eso queremos abrazarnos, queremos más intimidad emocional. Y desde un punto de vista evolutivo todo es correcto: una mujer quiere apegarse a un hombre con el que ha tenido buen sexo, al padre potencial del niño. Tanto en los hombres como en las mujeres, después del orgasmo, se produce un alivio de la tensión y aparece una sensación de relajación.
Inicialmente, la sexualidad natural llevaba una función antiestrés y relajante. Los antiguos no tenían tantas emociones positivas, y tenían relaciones sexuales no con el objetivo de reproducción. Probablemente, nuestros antepasados no sabían que esta actividad sexual y placentera que se vive se convertiría en un niño después de 9 meses. El deseo de controlar la reproducción y las relaciones sexuales fue entonces lo que llevó a muchas prohibiciones y tabúes sobre el sexo.
No estoy abogando por el sexo promiscuo, pero la intimidad emocional y sexual puede tener un efecto curativo positivo y ayudar a reducir los niveles de estrés percibidos, a pesar de los acontecimientos negativos que nos rodean. La prueba de ello la tenemos cuando, incluso en la guerra, las personas se enamoran y se casan…
